Cada noche que paso con ella me resulta más qué satisfactoria, el simple hecho de tenerla cerca me hace sentir bien, me hace poder dormir, dormir como los mismos ángeles.
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Pero hay algo que hace la noche especial, no sólo el hecho de estar a su lado, sino que el sentir su piel junto a la propia sin nada que se interponga es un motivo más que suficiente para pasar la mejor noche de mi vida, pues, cada vez que duermo con mi mujer se conviernte en la mejor noche, todas diferentes pero igual de maravillosas, cada una a su modo.
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Esta vez sucedió de nuevo, estuve con ella, llegué a su casa y me metí a bañar pues el calor del día había hecho de las suyas por la tarde, ya limpia y fresca me acurruqué a su lado besándola cada que me era posible o cada vez que ella buscaba mis labios. Nos cambiamos de cuarto a uno más fresco y más apto para que 2 personas pasaran la noche sin sufrir por falta de espacio, veíamos tele y ocasionalmente un repentino beso nos hacía acercarnos.
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Poca ropa nos cubría. Hace calor en estas fechas y ya de noche es tonto querer dormir con ropas invernales, así que sólo usábamos telas delgadas, nos abrazábamos a ratos para sentirnos la una a la otra, para devorarnos los labios, después continúabamos viendo televisión hasta que llegó el punto en que la pelea de box que veíamos pasó a segundo plano, nosotras nos volvimos lo principal.
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Y como dice la canción "nos estorbó la ropa" y por tiempo indefinido hicimos de aquél lugar nuestro lugar, donde sólo nosotras y el vouyerista Morfeo habitábamos, él simplemente se dedicó a esperar y esperar a ver en qué momento lo dejábamos acompañarnos dentro de la cama. Ya pasada media noche al fin le permitimos unírsenos y nos dejamos llevar por sus encantos.
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Yo personalemente me dejé llevar más por el cuerpo dormido de mi mujer, el cual no pude evitar contemplar y después abrazar, aferrándome a ella como un niño o hace a su peluche preferido. Ahora sí, a dormir como un par de Evas en el paraiso, pero para mi, estar con mi mujer es mucho mejor que el mismo paraiso.